El Museo Picasso Málaga (MPM) acogerá desde el 30 de abril una exposición retrospectiva de María Blanchard, comisariada por José Lebrero, que propone un recorrido cronológico por las diferentes etapas de la vida artística de la pintora (Santander 1881-París 1932). Ella fue la primera mujer en España en adoptar el estilo cubista y en experimentar en sus composiciones con la fragmentación y las múltiples perspectivas, por lo que su contribución al movimiento moderno se considera particularmente notable. Ello, unido al dominio técnico que demostró y al respeto que se ganó entre sus contemporáneos, han convertido a Blanchard en una figura de referencia.

Es una amplia exposición monográfica que ofrece un recorrido cronológico por las diferentes etapas en la vida artística de la pintora santanderina María Blanchard (1881-1932). Tiene como objetivo poner de relieve la riqueza simbólica, el compromiso social, la complejidad formal y el carácter innovador propios de su trabajo en su relativamente corta trayectoria artística.

María Blanchard. La española, c. 1910-1913. Musée d’Art Moderne de Paris. © Paris Musées/Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris

Sin duda su consistente obra no fue suficientemente valorada en un contexto cultural que creía en la inferioridad femenina artística. Pintora comprometida con su modo particular de vivir y de crear hasta el final, traspasó los límites de los estereotipos de género.

María Blanchard. La comulgante 1914. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía Madrid © Archivo fotográfico Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

En conjunto, su obra destaca por su contribución al movimiento moderno, siendo la primera mujer en España que utilizó sistemáticamente el método cubista para construir imágenes. La singular combinación de elementos geométricos y la diestra simultaneidad de perspectivas confieren una personalidad original tanto a sus representaciones más abstractas de la primera época como a los desarrollos figurativos de su obra posterior a 1920.

María Blanchard. La dama del abanico-1913-1916. Colección particular. © Foto Belén Pereda

El repertorio temático que ha dejado de maternidades, escenas domésticas, niños o trabajadoras, refleja una sentida preocupación femenina por la vulnerabilidad de la condición humana y el poder evocador de las emociones. Aspectos éstos que se refuerzas con un pulcro dominio técnico y un evidente interés por la historia y la tradición de la pintura europea.

María Blanchard. Naturaleza muerta.1917-18. Colección Abelló. © Foto Joaquín Cortés

María Blanchard (Santander, 1881 – París, 1932)

Procedente de una familia de la nueva burguesía cántabra, nació en el mismo año que Picasso. Tras su formación en Madrid con los pintores Emilio Sala, Álvarez de Sotomayor y Manuel  Benedito, María obtiene dos becas consecutivas para estudiar en París, primero con Anglada Camarasa y después con Van Dongen. Sobre 1914, su situación económica empeora y el contexto político y social de París empieza a enrarecerse, regresando a Madrid donde compartirá estudio con Diego Rivera y el escultor Jacques Lipchitz. Dio clases de dibujo durante varios meses en Salamanca. En torno a estos años será cuando pinta La española, una obra en la que parecen confluir las enseñanzas de sus diferentes maestros, incluidos los más academicistas, y utilizando el color de una manera que se ha calificado como “cruel”. En 1916 pinta sus primeras composiciones cubistas regresa definitivamente a París, desarrollando la estética cubista de forma original y dando a la figura humana un lugar inusual en el cubismo clásico. En 1918 entabla amistad con Juan Gris y André Lhote, pintores como ella apoyados por Léonce Rosenberg y su galería L’effort moderne. A partir de 1920, el gusto de Maria Blanchard por la figura humana la aleja del grupo cubista, y vuelve a la pintura figurativa. En 1921 alcanza el éxito de público y crítica en el Salón de los Independientes con La Comulgante, obra figurativa pintada unos años antes en España dentro de la estética expresionista. A partir de 1922 su carrera artística continúa en los salones parisinos y en Bélgica. Hay un punto de inflexión en el año 1927, cuando la artista tiene una crisis de espiritualidad y como otros intelectuales europeos, se refugia en la práctica católica. Su pintura se vuelve entonces más traslúcida y melancólica: los perfiles de las imágenes se deshacen, la luz se libera y los objetos se desmaterializan. Muere en París el 5 de abril de 1932, enferma de tuberculosis.

También te puede interesar

Exposiciones

MPM | ‘María Blanchard. Pintora a pesar del cubismo’

Lugar

Museo Picasso Málaga

Sesiones

martes 30 Abr 2024
domingo 29 Sep 2024