Un día en la vida del señor Oscar (Denis Lavant), un individuo que se desplaza de una vida a la otra, encarnando sucesivamente distintas personalidades: patrono, asesino, pordiosera, monstruo, padre de familia… Es como si M. Oscar desempeñara todos esos papeles identificándose plenamente con cada uno de ellos – pero, ¿dónde están las cámaras?  No las hay. Actúa solo, acompañado únicamente por Céline (Édith Scob), una esbelta dama rubia que lo transporta por París y alrededores al mando de una inmensa limusina blanca. La mujer le informa que aquel día tiene nueve «citas», las cuales consisten en acudir a diversos puntos de la ciudad y asumir la identidad de algunas personas, empleando el maquillaje y el vestuario que se encuentra en el vehículo. Ejecuta cada acción con la misma seriedad de un mercenario a sueldo. Busca la belleza del gesto, el motor de la acción, las mujeres y los fantasmas que inundaron un día su vida…Pero, ¿dónde tiene su casa, su familia, su refugio? El protagonista encarna personajes diversos como si se tratase de una película dentro de una película.