Como en un sueño, el público se sumerge en 1482. Entra en una casa de muñecas de forma casi voyeurista: la catedral se abre ante sus ojos y les ofrece las trayectorias vitales de los personajes.

La escritura de Victor Hugo describe un universo complejo y poderoso. La relación paterno-filial entre Frollo y Quasimodo, el deseo de Febo y el tornillo de banco que aprieta a la gitana Esmeralda. Varias sociedades se mezclan, chocan y se responden entre sí: la corte y su ruda justicia; la Iglesia, y su representante Frollo desgarrado entre el cielo y la tierra; o el mundo de los gitanos y mendigos, que se retiran físicamente del escenario en busca de una comunicación directa con el espectador…

La catedral de Notre-Dame está en el centro de la obra y parece tener vida propia. Representa el engranaje fatal en el que cada personaje se ve arrastrado contra su voluntad dentro de esta sociedad naciente y tambaleante. Las torres giran y se deconstruyen, representando el progreso de la trama y el mundo cada vez más pequeño que rodea a los personajes. La puesta en escena física acentúa la acción y se centra en la dramaturgia del dramaturgo.