La confrontación con la cultura pop, su estética y nostalgia, está en el centro del trabajo compositivo de Sara Glojnaric. El material musical de «Artefacts # 2» se basa en fragmentos de 20 introducciones de batería de famosas canciones de rock de los años 80 y 90; en la pieza, desafiante y performativa, la cantante y el batería ofrecen un tour de force en el que se relacionan con violencia y furia creciente.

El material para Lazos familiares se origina, por un lado, en realidades que tuvieron lugar “justo a tu lado” (aunque al final fueron conocidas por la opinión pública sólo a través de los medios de comunicación). Y, sin embargo, realidades completamente “inimaginables” en sí mismas (la ópera de cámara se propone así «describir la realidad con precisión mitológica», tomando la expresión de Heiner Müller). Así, al comienzo del milenio:
Un hombre de familia en la Austria rural mantiene a su hija atrapada en el sótano de su casa durante años, violándola y dejándola embarazada varias veces; tres de estos niños permanecen también con ella bajo tierra. En el barrio nadie notó nada durante 14 años. En el servicio de emergencias de una clínica de Nueva York, una mujer se derrumba. El servicio de guardia, el personal del hospital y otros pacientes en la sala espera observan el cuerpo inmóvil durante horas, pero no reaccionan. Dejan morir a la mujer.
Lazos familiares es una ópera de bolsillo sin letra. En lugar de un libreto, hay una serie de instrucciones de los autores, que el director Thierry Bruehl traduce en imágenes sorprendentes: la hija-madre, el padre vil, los niños prohibidos, la paciente moribunda, los empleados apáticos de la clínica, y un personaje cuyo único cometido es blanquear la realidad. En la música de Hüseyin Evirgen, estas imágenes giran y se aceleran hasta convertirse en un bolero diabólico.

«La parte vocal de ella está escrita de forma artificial. Los textos de él se declaman libremente, sólo contreñidos de manera débil por el discurso métrico de la música», explica el compositor Jean-Baptiste Marchand de su partitura «9 + 1, una pareja = un muerto». Una pareja; encuentros; y lo que esos traen consigo y de nuevo se aleja. El texto de Christophe Pellet, adaptado y escenificado por Thierry Bruehl, es un clásico material de ópera en este sentido: juego sensual sobre el “gran tema”, forma teatral clara. Fuerzas de atracción que desean conectar dos egos y, al mismo tiempo, la defensa de la propia esfera de privacidad. Seducción como un baile a través de hilos invisibles, al final del cual sin embargo se mantiene la disolución. Y todo esto “en miniatura”, en el formato que define y hace a la vez especial a la ópera de bolsillo”.

Cay Bubendorfer