L’ensemble musical Amarillis, creado en 1994, une a artistas solistas excepcionales, de diferentes generaciones, en torno a un proyecto artístico ambicioso y único, imaginado por el músico, flautista y oboísta Héloïse Gaillard, artista de renombre internacional.

Amarillis ganó tres primeros premios internacionales: en 1995, Primer Premio en el Concurso de Música Antigua de York, Primer Premio en el Concurso de Música organizado por la FNAPEC en 1997 y, finalmente, en septiembre 1997, el Primer Premio y el Premio del Público en el concurso SINFONIA presidido por Gustav Leonhardt.

El Ensemble se acerca a diferentes repertorios de la música barroca europea con el deseo de explorar un repertorio a menudo poco conocido o incluso inédito. El fruto de este trabajo musicológico e histórico da lugar a programas originales temáticos (Jeux de dames à la Cour, Amor y mascarada con Patricia Petibon, Fervor y éxtasis con Stéphanie d´Oustrac…) pero a Amarillis también le gusta volver a visitar obras famosas (conciertos de Antonio Vivaldi, conciertos de Johann Sebastian Bach y Georg Philipp Telemann, cantatas por Jean-Philippe Rameau, El repertorio de música de cámara de Georg Friedrich Handel…).

Por último, Amarillis se apasiona por los proyectos que asocian diferentes corrientes musicales, como el jazz o la música contemporánea, así como otros universos artísticos como el teatro, la danza o la narración (Inspiración barroca con Louis Sclavis, La doble coqueta asociar la música de Dauvergne con la música de Gérard Pesson, la poesía de Pierre Alferi y el vestuario de Annette Messager, Tafelmusik con la colaboración del escenógrafo Eric Soyer…).

Elisabeth Jacquet de la Guerre es una de las pocas compositoras francesas conocidas del barroco. Muy famosa en vida y admirada por Luis XIV, las numerosas investigaciones históricas y musicológicas han permitido revalorizar las obras de esta excepcional mujer.

Las cantatas elegidas para este programa honran a dos figuras femeninas asociadas como si fuera un espejo la una de la otra, encarnando la virtud en el caso de Judith y el orgullo en el de Semelé. El gran sentido teatral de Elisabeth Jacquet de la Guerre muestra un apego particular a estas mujeres, que se han convertido en heroínas.