Del 23 de septiembre de 2022 al 8 de enero 2023, con motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Picasso, la Fundación MAPFRE de Madrid propone una nueva exposición en torno a «González-Picasso». Explorando la relación entre los dos creadores, la muestra permite una mejor comprensión de la escultura moderna.

Julio González, escultor español (1876-1942), y Pablo Picasso (1881-1973) coincidieron en Barcelona a finales del siglo XIX. Sus trayectorias creativas fueron bastante diferentes, aunque culturalmente cercanas. Ambos trabajaron en París durante las tres primeras décadas del siglo XX, pero perdieron el contacto entre 1904 y 1921. Bajo la influencia del cubismo de Picasso y de los cubistas tardíos, González empezó – en los años 1920 – a investigar en torno a la escultura metálica y a la
desmaterialización de los volúmenes.

Los dos artistas colaboraron verdaderamente a partir de septiembre de 1928, cuando Picasso le pidió su ayuda a González para realizar un monumento funerario en homenaje a su amigo Guillaume Apollinaire, fallecido en 1918. Picasso había recibido el encargo de una comisión formada, entre otros, por la viuda del poeta. Picasso se inspiró en un extracto de la novela de Apollinaire El poeta asesinado, en la que el personaje del pájaro de Benin decidía erigir una “estatua de nada”.

Pero ¿cómo dar forma a la nada? Picasso pensó en una escultura de hierro y, como conocía el arte de González, sabía que él había estado investigando sobre la escultura metálica. Recurrió a su amigo de juventud sabiendo que “en cuyas manos los métales se hacían tan dúctiles como la mantequilla”.

Durante cuatro años, hasta 1932, Pablo Picasso y Julio González colaboraron para producir once esculturas, realizadas en el transcurso de unas quince o veinte sesiones de trabajo. La fuerza creativa de Picasso tomaba forma gracias a la técnica de González. Desafortunadamente, el comité que había hecho el encargo esperaba un monumento conmemorativo de carácter tradicional. Sin embargo, este trabajo conjunto dio sus frutos: sería el origen de la escultura de hierro. Este nuevo modo de trabajar el metal iba a jugar un papel importante en la producción artística de las décadas centrales del siglo XX, y equivaldría al nacimiento de la escultura abstracta.

«Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de
la escultura» es el último gran proyecto del historiador del
arte Tomàs Llorens, fallecido en junio de 2021.